LA HORA DE LA ESTRELLA
- Luciana Pasquino
- 21 ago 2017
- 2 Min. de lectura

Una joven nordestina brasilera que atraviesa su vida. Eso es todo.
Si se rifaran historias para novatos escritores, ésta sería la que nadie tiene interés por contar, es lo cotidiano, lo sencillo, carente de fuegos artificiales.
La hora de la estrella es la última novela editada en vida de Clarice Lispector. Es la historia sin grandes eventos de alguien que no hace más que atravesar la vida cabizbaja. Está llena de ausencias, pero no por ello es una novela para ignorar, al contrario, es eso lo que la hace fascinante. Hay algo atrayente en la falta de Clarice, la falta de la novela, la falta de la nordestina. Es que genera falta en el lector. Da impotencia al punto de igualarse al Meursault de Camus, extranjero de si mismo.
El narrador nos incita en este sentido, no solo a conmoverse, sino también a que nos reconozcamos en la joven, en Clarice, en la falta en si "porque todos nosotros somos uno y quien no tiene pobreza de dinero tiene pobreza de espíritu o de nostalgias porque le faltan cosas mas preciadas que el oro: y existe quien le falta lo delicado esencial".
El personaje principal, la joven Macabea, se funde en una con Lispector es que la misma Clarice (se) dedica la novela "a la nostalgia de su antigua pobreza, cuando todo era mas sobrio y digno y todavía jamás había comido langosta". Allí entre lo sobrio y lo digno, en la ausencia de movimiento, es que nos alegramos cuando se pinta los labios de rojo, dándose un lujo. Y sentimos que aunque no hay movimiento, un espasmo nos recorre, mientras seguimos esperanzados, deseosos, desesperados.
La joven nordestina, pobre, con exceso de inocencia y de ignorancia genera el desesperado deseo de que algo suceda ya; y quizás por estar uno acostumbrado a las historias hollywoodenses, la espera no se abandona ni en el final, aunque el mismo esté de algún modo spoileado en la dedicatoria que la escritora realiza al inicio, donde adelanta que "se trata de un libro inacabado porque no tiene respuesta, respuesta que, espero, que alguien en el mundo me dará".
En efecto, la novela tiene un fin, que a esa altura, luego de pasar las hojas, ya no resulta inesperado. No ha de ser un final deseado, al menos no para aquellas personas que esperan finales felices donde las princesas comen perdices.
Macabea tiene un final acorde a su vida, una salida discreta por la puerta del fondo, pero a su vez, la escena mas importante, el momento en que existe. Su participación estelar. La hora de la estrella.
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