DEL CAMINAR SOBRE HIELO
- Carmen Spinelli
- 8 jul 2017
- 3 Min. de lectura

Werner Herzog, fundador del denominado Nuevo Cine Alemán, nació en el año 1942 en Munich, a mediados de la Segunda Guerra Mundial. A dos semanas de su nacimiento su casa fue bombardeada por lo que su familia se vio obligada a huir al campo. Alejado del mundo moderno, se crió en un contexto muy humilde y en pleno contacto con la naturaleza, apartado de la televisión, teléfonos y el cine. A los 12 años vuelve s su ciudad natal y a los 19 comienza a viajar y trabajar por Europa y África. A su regreso, En 1962, fundó su productora de cine, y desde entonces ha dedicado su vida a realizar trabajos como director de cine, productor, guionista, actor, y escritor.
En 1974, Herzog recibe una llamada de un amigo desde París con la noticia de que Lotte Eisner, su mentora, está muy enferma y que probablemente morirá. Para él, como para toda su generación de cineastas, ella era la conciencia del Nuevo Cine Alemán y la que les dio legitimidad. Sobreviviente del Tercer Reich, Eisner escapa a Francia en 1933 y trabaja cuarenta años restaurando miles de películas. Su departamento en París era el lugar de reunión de jóvenes cineastas alemanes que la escuchaban y consideraban como su gran maestra. Herzog explicaba que su generación es una generación sin padres quebrada por el horror del nazismo y que el único puente histórico-cultural que tenían para conseguir la legitimidad como cineastas lo encontraban en Eisner. Ella era su único contacto con las anteriores generaciones.
Herzog considera que es muy pronto para la muerte de esta mujer que está ayudando a la re-construcción de una nueva cultura alemana. Por eso, en un impulso casi místico, decide ir a visitarla a donde ella vive. Pero lo extraño es que decide hacer todo el camino de Munich a París a pie, con la firme convicción de que eso alargará la vida de su amiga, hasta que él llegue. Siguiendo la lógica mítica de la peregrinación heroica, Si uno hace un acto de amor y sacrificio impresionante, los dioses escuchan. Así, considera que la energía del peregrinaje hasta la casa de su amiga era una ofrenda espiritual que la ayudará a sobrevivir.
Es así como agarra un bolso, una campera, una brújula y unas botas nuevas y comienza la travesía caminando bajo el invierno más crudo. Durante esta odisea el cineasta documenta todo lo que ve: bosques, tormentas, nieve, aldeas desiertas y pueblos deshabitados y reflexiona sobre la absoluta soledad, para luego publicarlo bajo la forma de crónica con el nombre de Del Caminar sobre hielo. El autor escribe: “¿Está bien la soledad? Sí, está bien, lo único es que da perspectivas dramáticas”. También observa y reflexiona sobre esa naturaleza inasible en la que se sumerge una y otra vez. Esta relación obsesiva con la naturaleza se encuentra presente a lo largo de todo el relato y también en su filmografía. “Sólo veo la apabullante indiferencia de la naturaleza” comentaba acerca de Grizzly Man, su documental sobre el ecologista Timothy Treadwell.
Las tres semanas están dominadas por un temporal de lluvia y nieve interminable. su alimentación básica consiste en mandarinas y leche. Herzog reproduce visiones y experiencias durante muchos días de soledad, sin intercambiar palabra con ningún campesino de los pueblos que visita a lo largo del camino. Los paisajes van cambiando a cada paso y sus impresiones también. Cada noche es una epopeya para encontrar un lugar donde dormir. Su sufrimiento, tozudez y la evolución de sus relatos que en el transcurso del viaje viran hasta llegar a lo irreal, alimentan el interés a medida que avanza la lectura. Cuando arranca el camino se dice a sí mismo “Solo si fuera una película creería que esto es real” y “Tras estos pocos kilómetros a pie sé que no estoy cuerdo”. Finalmente, Herzog se encuentra en las puertas de parís y su viaje concluye con éxito.
Del caminar sobre hielo es un diario de viaje que hace cuestionarnos qué es lo que lleva a un hombre a internarse en la soledad más absoluta y en las peores condiciones. Con un tono sombrío, romántico y destellos de humor deja al descubierto su obsesión por el hombre contemporáneo ubicado en la naturaleza y tratando de conquistarla. Es el registro de la lucha de Herzog contra vacuidad del mundo y de la existencia, de su rebeldía y falta de juicio a consciencia y también de su búsqueda personal de trascendencia.
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